viernes, 25 de mayo de 2012

Seminario de hermenéutica. Capítulo 4 - La hermenéutica en general



LA HERMENÉUTICA EN GENERAL

            La hermenéutica, dicho de un modo sencillo, ha sido definida como la ciencia de la interpretación. El término viene del griego “hermenevein” o “hermeneuo”. Interpretar también puede significar: explicar o traducir.

Una definición más completa es: “la ciencia que estudia y define principios y métodos para interpretar el sentido o significado  de un determinado autor u obra.”; y en lo que respecta a nosotros, en este seminario nos ocuparemos de conocer los principios y reglas establecidos para el estudio de los Escritos Sagrados.

El objetivo primario y básico de la hermenéutica es descubrir y explicar, hasta donde sea posible, el significado original del texto bíblico, tomando en consideración que “toda la Escritura es inspirada por Dios” y que para poder entenderle e interpretarle correctamente es necesario contar con la ayuda del Autor y Maestro de este majestuoso Libro, el Altísimo Dios Todopoderoso; y que contiene, además, un mensaje no solo para la época en que los Hagiógrafos Sagrados fueron inspirados para escribirla sino para todas las épocas, por lo cual decimos que “Dios es el mismo, ayer hoy y siempre”.
           
Para mayor provecho de la Palabra de Dios, el estudiante serio de las Escrituras debe realizarse siempre 2 preguntas primarias:
1.      ¿Qué quiso decir el escritor bíblico a los primeros destinatarios del texto?, y
2.      ¿Qué nos dicen ese mismo texto y autor a nosotros hoy en día?
Para descubrir este doble significado, debemos hacer lo que llaman los eruditos “la contextualización” del texto y del mensaje; es decir, darle el sentido correcto. En esta etapa se debe situar el texto dentro del contexto o ambiente histórico, social y literario en el que fue compuesto inicialmente para descubrir el significado o sentido primario que el autor quiso dar a sus primeros lectores u oyentes.
Luego debemos situar ese mismo texto en el contexto en el que vive el lector o destinatario actual para descubrir lo que realmente quiere decir Dios al lector contemporáneo.
Especialmente importante para el exegeta es el transportarse mentalmente a la época de un escritor an­tiguo, estudiar las circunstancias que le rodeaban al escri­bir y, entonces, mirar al mundo desde el punto de vista del escritor.
Ejercicio. Dado lo anterior, analicemos Hch. 21: 27-36.
27Pero cuando estaban para cumplirse los siete días, unos judíos de Asia, al verle en el templo, alborotaron a toda la multitud y le echaron mano, 28dando voces: ¡Varones israelitas, ayudad! Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este lugar; y además de esto, ha metido a griegos en el templo, y ha profanado este santo lugar. 29Porque antes habían visto con él en la ciudad a Trófimo, de Efeso, a quien pensaban que Pablo había metido en el templo. 30Así que toda la ciudad se conmovió, y se agolpó el pueblo; y apoderándose de Pablo, le arrastraron fuera del templo, e inmediatamente cerraron las puertas. 31Y procurando ellos matarle, se le avisó al tribuno de la compañía, que toda la ciudad de Jerusalén estaba alborotada. 32Este, tomando luego soldados y centuriones, corrió a ellos. Y cuando ellos vieron al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo. 33Entonces, llegando el tribuno, le prendió y le mandó atar con dos cadenas, y preguntó quién era y qué había hecho. 34Pero entre la multitud, unos gritaban una cosa, y otros otra; y como no podía entender nada de cierto a causa del alboroto, le mandó llevar a la fortaleza. 35Al llegar a las gradas, aconteció que era llevado en peso por los soldados a causa de la violencia de la multitud; 36porque la muchedumbre del pueblo venía detrás, gritando: ¡Muera!
Durante las festividades que tenían lugar en Jerusalén, por lo regular, el procurador se trasladaba de Cesárea marítima a Jerusalén con el propósito de observar de cerca a los judíos, ya que todas las fiestas que celebraban (y celebran aún) tenían que ver con el tema de la libertad de Israel y de la venida del Mesías, por consiguiente era común escuchar mensajes que incluso podían provocar un ardid entre los judíos y motivar una revuelta o estallido social en el lugar, lo cual no era nada conveniente para los romanos, quienes gobernaban toda esa zona del medio oriente.
Desde la “Fortaleza Antonia” los romanos observaban meticulosamente todo lo que los Judíos hacían durante las fiestas para evitar cualquier disturbio y/o situación beligerante. Este lugar era el cuartel general de “la compañía”, compuesta por mil hombres (V.31) y a la vez la residencia del “tribuno” u oficial de mayor rango. Esta fortaleza se encontraba ubicada sobre un precipicio (V. 35) desde el cual se divisaba toda el área del templo; y desde ese punto estratégico, los centinelas romanos se percataron del alboroto e informaron a su comandante (V. 31-32).
El uso del plural “centuriones” (V. 32) sugiere que Claudio Lisias (ver Hch. 23:26) llevó a por lo menos 200 soldados con él, puesto que cada centurión comandaba cien hombres.

Es bien seguro que los escritores bíblicos no tuvieron el pro­pósito ni el deseo de ser mal entendidos. Ni tampoco es razonable suponer que las Santas Escrituras, dadas por inspiración de Dios, tengan la naturaleza de un enigma a fin de ejercitar la ingenuidad del lector, mucho menos cuando nos encontramos con la orden dada por Dios:

Dt. 27:8Y escribirás muy claramente en las piedras todas las palabras de esta ley.
Por consiguiente, debe esperarse que los sanos principios de hermenéu­tica sirvan de elementos de seguridad y de satisfacción adicionales en el Estudio de la Palabra de Dios.
El sentido histórico‑gramático de un escritor es una interpretación de su lenguaje, tal como las leyes de la gramática y los hechos de la historia lo exigen. No se preparó un lenguaje nuevo para los autores de las Escrituras; ellos se conformaron al lenguaje corriente del país y de la época. De otra manera sus composiciones hubiesen sido ininteligibles.
Es necesario que prestemos atención a las definiciones y construcciones que un autor da a sus propios términos y jamás pensar que intenta contradecirse o confundir a sus lectores. También debe estudiarse el texto, así como la conexión de ideas, a fin de entender el asunto general, el plan y el propósito del escritor.
Pero muy especialmente es necesario determinar la correcta construcción gramatical de las frases. El sujeto, el predicado y las cláusulas subordinadas deben analizarse cui­dadosamente y todo el documento, libro o epístola, tiene que ser considerado, en cuanto sea posible, desde el punto de vista histórico del autor.
El sentido histórico‑gramatical se desarrolla, además, por el estudio, tanto del contexto como del objeto de la obra de un autor. La palabra "contexto" (en latín "con" significa junto y "textus" quiere decir tejido) denota algo que está tejido junto o entramado (como si fuera una tela) y, cuando se la aplica a un docu­mento escrito, se entiende por ella la conexión de pensa­miento que se supone debe existir en cada uno de los pasajes o períodos que, sumados, forman el conjunto del documento. A esto algunos dan el nombre de conexión.
El contexto inmediato es el que inmediatamente precede o sigue a una palabra o sentencia dadas. Contexto remoto es aquel cuya conexión no es tan cercana y puede abarcar todo un párrafo o sección.

HERMENÉUTICA Y EXÉGESIS
El término exégesis (del griego exeghéomai) significa explicar, interpretar y describir, resultando ser casi un sinónimo de la palabra hermenéutica; sin embargo, hay una diferencia técnica importante:
La hermenéutica es la ciencia que establece los principios y normas para la interpretación y la exégesis es la que los aplica. Entonces el exégeta (usted) es el que aplica las diferentes técnicas, principios o normas de interpretación correctamente para una clara comprensión y exposición de la Palabra de Dios.

SIGNIFICADO Y SENTIDO
Debemos tomar en consideración que estas dos palabras tienen un peso importante al interpretar textos, ya que no es lo mismo “significado” que “sentido”.  
El significado es absoluto; cada palabra o término tiene su propio significado y es lo que la palabra quiere decir por sí misma. Cada palabra tiene un solo significado.
El sentido, por el contrario, es rico y variado; cada término tiene o puede tener una gran variedad de sentidos.
Por ejemplo, la palabra “blanco” básicamente se refiere a un color de la escala cromática, ese es su significado.
Pero de acuerdo con las circunstancias y contextos en que se usa esa palabra, puede pasar a tener muchos sentidos. Esta palabra puede referirse a:
  1. Un punto al que se apunta para disparar
  2. Un estado de pureza,
  3. Un apellido, etc.

El significado lo da la palabra en sí misma, pero el sentido se lo dan el uso o las circunstancias.

EL PUNTO DE VISTA HISTÓRICO
Al interpretar un documento es de primordial importancia descubrir quién fue su autor y determinar la época, el lugar y las circunstancias en que escribió. Por consiguiente, el intérprete debe tratar de olvidar el momento y circunstancias actuales y trasladarse a la posición histórica del autor, mirar a través de sus ojos, darse cuenta del ambiente en que actuó, sentir con su corazón y asir sus emociones.
Aquí notamos el alcance del término “interpretación histórico‑gramatical”. Tenemos que apropiarnos no sólo la tendencia gramatical de las palabras y frases sino, también, sentir la fuerza y la situación de las circunstancias históricas que, en alguna forma, pudieron afectar al escritor. De ahí, también, puede deducirse cuán íntimamente relacionado puede estar el objeto o designio de un escrito con la ocasión que sugirió su producción. La individualidad del escritor, su medio ambiente, sus necesidades y deseos, su relación para con aquellos para quienes escribió, su nacionalidad y la de ellos, el carácter de la épo­ca en que escribió, todas estas cosas son asuntos de la mayor importancia para una perfecta interpretación de los varios libros de la Biblia.
Especialmente debiera el intérprete tener un concepto claro del orden de los acontecimientos relacionados con todo el curso de la historia sagrada, tales como la historia contemporánea (hasta donde se pueda conocer) de las grandes naciones y tribus de los tiempos patriarcales; los grandes poderes de Egipto, Asi­ria, Babilonia y Persia, naciones con las cuales los israelitas estuvieron varias veces en contacto; el Imperio Macedónico, con sus posteriores ramas tolemaicas y seleucidaicas (que infligieron muchas penas al pueblo judío) y la conquista y dominio subsiguientes de los romanos.
El exegeta debiera ser capaz de situarse en cualquier punto de esta línea de la Historia, donde quiera que pueda hallar la época de su autor; y desde allí asir vívidamente las remo­tas circunstancias. Debe buscar familiaridades con las costumbres, vida, espíritu, ideas y ocupaciones de aquellas diferentes épocas y tribus y naciones, para poder distinguir prontamente entre lo que perteneció a una y lo que perteneció a otra.
Con semejante conocimiento estará habilitado no sólo para trasportarse con el pensamiento a una época dada sino, también, para evitar el confundir las ideas de una época o raza con las de otra.
No es tarea fácil el despojarse del instante actual y transportarse a una época pasada. Sin embargo, esto es parte del ejercicio espiritual que dará al exégeta la capacidad para no solo estudiar sino también vivir la Biblia.

Cuestionario.
  1. ¿Qué es hermenéutica?
  2. ¿Qué preguntas debemos hacernos inicialmente para un mayor provecho de la Palabra de Dios?
  3. ¿A qué se refiere el término “contextualización”?
  4. ¿Qué diferencia existe entre el contexto inmediato y el remoto?
  5. ¿Cuál es la diferencia entre hermenéutica y exégesis?
  6. ¿Cuál es la diferencia entre significado y sentido?
  7. ¿A qué se refiere el método de interpretación conocido como “histórico-gramatical”?

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